ELLA DE ÉL ENAMORARSE
Como pudiera, del hombre, enamorarse
justo la única mujer que tanto añora,
y, frente a frente, coincidir, encontrarse,
ya, por el mismo camino y sin más demora.
Como bastare, entonces, solo mirarse,
y, flechados por el ángel que enamora,
tomarse de las manos y besarse,
un segundo, un minuto, o una hora.
Solo apegar los labios para besarse
y, sin más, apagar la sed que los devora
en esa dulce caricia seductora.
Ah, como pudiera ella enamorarse
de aquél hombre que en sueños la añora
y juntos, al siguiente día, despertarse.
EN TUS SENSUALES VERSOS
Hay un poderoso astro de luz
que se desgaja en racimos eróticos
desde tus sensuales versos
y siento, percibo, huelo
la desnudez de tu piel madura
como una flor que se abre,
que me invita,
y que me atrapa entre sus pétalos
cada vez que los leo.
Hay un rumor sensitivo
de graves y locas corrientes
que te recorren por dentro,
que me baña,
que me bautiza,
que me lleva,
que me quema,
que me arrastra.
y que me guía
por su cauce añejo.
En ti hay un bosque de árboles frondosos
con uvas de carne en el centro,
como una selva inexplorada
que abre para mí
sus íntimos secretos,
y que me aguarda,
como una fiera ardorosa
en su época de celo.
Sé que aún los astros de tus ojos
guían mis pasos inciertos
y que me sigues esperando
con los brazos cansados y abiertos.
Lcdo. Martín Zambrano A
DE MIS POEMAS
BRUJERÍA
Ni los brujos conjuros que tu practicas
han de vencer mi voluntad de hierro.
De esa actitud mejor rectificas,
pues debo decirte que no te quiero.
Y si por error, ayer, yo te hice mía,
y de pasión ardí, que casi muero;
jamás esclavo he de ser de brujería,
si tu sabes bien que no te quiero.
¿Para que necesitas de un nuevo querer,
si dices que tu esposo es hombre sincero?
¿Acaso sufres complejos de súper mujer?
!Que pena¡ !Lo siento¡ !Yo no te quiero¡
Y si a quererte me inspira ese mal
que te has dado a invocar con esmero;
no cantes victoria que será temporal,
pues eso lo sé porque yo no te quiero.
¡VICIOSO!
Cuando en el panal de tu cuerpo, trémulo y ansioso
con el loco ardor de los que aman, me perdía;
complacida y fatigada, de tu voz se desprendía,
la misma expresión, sensual y amorosa, que me decía
¡Vicioso, Vicioso¡
!Ah¡ entonces, era casi a diario el mágico embeleso,
como un imán que me atraía, inevitable y poderoso;
bastaba, sí, bastaba la dulce caricia de un beso
y estaba otra vez en ti, jadeando, sudoroso, preso.
¡Vicioso, Vicioso¡
Ya no estás, quizá en otros brazos, las nómadas caricias
hagan encender, como yo, la inefable pasión de tu regazo.
¿Entonces, les dirás, en la vorágine trepidante de su paso,
la misma frase, hipócrita y fatal, conque desquicias?
¡Vicioso, Vicioso!
NADA MÁS SOÑAR
Si el vivir fuera nada más que soñar
y la hiel del sufrir ambrosía;
los ojos, por dolor, no sabrían llorar,
ni les haría soñar la poesía.
Pobreza de genio, quizás, el soñar,
o cobarde ilusión del que ansía
levar el ancla, de su barca, y zarpar
sin rumbo fijo ni cierto algún día.
Ir sin saber donde la barca atracar
o solo seguir en veloz travesía.
Atracar o seguir, sin dejar de soñar;
soñar o vivir con el alma vacía.
Lcdo. Martín Zambrano Astudillo
TRAGEDIAS AEREAS
No es difícil evocar de los anales de la historia aeronáutica a los hermanos Olliver y Wilbur Write que inventaron aquella poderosa máquina capaz de elevarse y surcar el inmenso espacio planetario como un pájaro metálico y a la que se llamó avión. A partir de esa época -1903- se han registrado numerosos accidentes de aviación y, sin duda, debido al poco espacio que en ese entonces tenía la limitada estructura tecnológica de estos aparatos aéreos, los accidentes eran mucho menos trágicos que los actuales –respecto de la cantidad de pasajeros y el poder del combustible usado-. Sin embargo, aún cuando la tecnología actual ha superado el universo de limitaciones de entonces, parece que el volar no es cada vez más seguro.
Hasta hace aproximadamente un par de meses atrás –quizá un poco más- se ha escuchado y observado de la información que brindan los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos –incluso en el internet- la noticia continua de los ya numerosos accidentes aéreos ocurridos en los diversos puntos geográficos del planeta.
Este evento particularísimo, más allá del error humano de los pilotos o de circunstancias terroristas, hace desarrollar nuestro subjetivismo y alcanzar la ingrata impresión de que la mayoría de las tragedias aéreas se encuentran sujetas a una constante indescriptible que se reedita cada cierto tiempo en un altísimo número.
No deseo pecar de anecdótico, alarmista o sensacionalista, pero tengo la extraña sensación cognitiva de que muchas de las tragedias aéreas se deben a un ciclo de repetición en el espectro existencial. Lógicamente, los accidentes aéreos no son en sí eventos que ocurran por circunstancias expresamente excepcionales que dependan solo de la fuerza de la naturaleza o del error humano –las causas pueden ser tecnológicas o depender exactamente del deterioro causado por el tiempo de servicio de las naves-.
El asunto es que, si bien los accidentes o tragedias aéreas no han dejado de ser noticia permanente, estos eventos han sido aislados casi siempre; es decir, accidentes o tragedias cuyas estadísticas –dolorosas por cierto- son esporádicas. Sin embargo, en mi memoria divagan ciertos recuerdos que se relacionan con noticias muy lejanas en las que da cuenta de aquellos desastres aéreos que al igual que hoy, en un momento determinado, se dan en seguidilla, como si fueran arrastrados por la misma vorágine de la gula siniestra de un destino planetario inconfeso y cruel.
Lcdo. Martín Zambrano Astudillo.