No a muy pocos ciudadanos inteligentes de esta pequeña extensión –invadida, saqueada, explotada y colonizada- del macizo andino de América del Sur (LATINOAMERICA) debe resultarles fácil entender por completo o en forma absoluta a las antojadizas interpretaciones que se hace del concepto y significado real de la DEMOCRACIA; concepto y significado que enuncia primordialmente a ésta, como un sistema de gobierno en el cual la soberanía del poder reside y está sustentada, en el pueblo (bueno esa es la idea rectora).
Lógicamente, en el campo teórico del espectro cognitivo de quienes vivimos escuchando las astutas definiciones politiqueras, seguimos –de buena fe-convencidos de que democracia es la capacidad o facultad que los ciudadanos tenemos –sin discriminación étnica o de cualquier otro sentido prejuicioso- para elegir en “plena libertad” a quienes deben representarnos con voz y voto en los distintos niveles del poder gubernamental; bien, sobre todo, según la percepción personal de nuestros intereses y de la calidad de navegantes con la que nos identificamos en la gran embarcación partidista que recorre cotidianamente por el inmenso piélago político sudamericano.
Para el ideólogo y militante de la derecha política de esta geografía histriónica, desde la perspectiva neoliberal, la democracia es la libertad individual que corresponde a ciertos ciudadanos para proveerse de medios económicos a través de recursos no exactamente legales ni morales (puesto que la legalidad o la moral no son sino simples conceptos filosóficos de un dogma psicótico). Dicha libertad se resume en la extensión del derecho individual para, a través del poder económico y político, explotar a una determinada especie humana nacida para ser dominada o gobernada con mano dura sin la intervención de ninguna norma de censura estatal. Esta inmensa ideología de la derecha, con todos sus ismos, eleva tanto en su discurso como en la práctica política la teoría funambulesca de apretar económicamente a los que por su naturaleza subordinada viven esperando la manifestación de un sistema de gobierno social-comunista que solo traerá anarquía a la expresión onerosa y grandilocuente del libre mercado y atraso al desarrollo o dialéctica de la ciencia y la tecnología.
Para el ideólogo y militante de LA IZQUIERDA la democracia es un sinónimo imponderable de socialización o de igualdad social que se puede conseguir fundamentalmente a través de la lucha armada y/o –con excepcionalísimas circunstancias- a través de un proceso político que si bien adolece de múltiples limitaciones como el hecho de tener que alternar obligatoriamente con la principal característica del capitalismo, el mercado libre, tambien puede motivar al proletariado a desarrollar una economía socialista que desaparezca a las elites economicas. Sin embargo, para la mayoría de los militantes de izquierda no es muy difícil adaptarse a los mecanismos del libre mercado.
Para los ciudadanos e ideólogos de las “CENTROS, izquierda y derecha” la cosa política del concepto -es decir, de la democracia- es mucho más sencilla, puesto que su visión ecléctica les hace ir hacia donde la corriente del mar empuja con mayor poder; en otras palabras, solo es suficiente cambiar el orden de las palabras y los signos de puntuación pero sin alterar en lo principal el principio que señala a la democracia como “la cosa o facultad que ellos tienen para ser elegidos como los representantes de una masa tan obsecuente como anárquica que poco le importa el pais como conjunto nacional”.
De los ideólogos y militantes de las “ULTRAS, derecha e izquierda”, ya podemos imaginar la tendencia violenta de sus viscerales y políticas contradicciones socio-económicas.
Luego de este importantísimo apartado podríamos seguir analizando las distintas perspectivas del concepto DEMOCRACIA según la clase o la actividad que desempeñemos, y nos quedaríamos cortos.
Sin embargo, y finalmente, cuando en el escenario político sudamericano las ideologías son solo pergaminos de consulta y ya no existe gran diferencia en sus discursos, los pobres no solo han dejado de ser pobres sino que su realidad es mucho más dramática, así como los grupos de elite han dejado desarrollar un poco a sus mas obstinados defensores de la clase media Los ideólogos de las CENTROS y de la DERECHA han aprendido a parafrasear con gran desenvoltura (por ejemplo el populismo –que no es varón ni mujer en política-) un mentiroso discurso político que ha superado incluso al de la izquierda –media o “profundamente” radical- que mantiene la misma promesa retorica de un futuro poder popular a través de fantasiosas revoluciones subversivas –que jamás se han hecho evidentes, ni se harán, por su calidad antojadiza, estacionaria y falsa-.
De nuestra participación activa depende que el concepto DEMOCRACIA no siga siendo apenas un recurso interpretativo de minorías y mayorías amargadas, sino, una verdadera doctrina social cuya teoría y práctica no haga diferencia entre los ciudadanos en general.