SARCASMO CULTURAL.

                                                             Lcdo. Martín Zambrano A.

Parece que la neo-percepción social de la cultura artística e intelectual ha sido tozudamente canalizada por un degradante estereotipo subliminal que convoca a la mayoría de los individuos -principalmente adolescentes- a adoptar subterfugios expresivos cada vez más decadentes que intentan pasar, sarcásticamente, como novedades modernistas o a confundirse como “cambios dialécticos”.

Muy pocos entienden, en la actualidad, que el arte o el intelecto cultural se deben a profundos procesos reflexivos que lleva años consolidar y que -por lo tanto- gracias a este bagaje cognitivo la cultura seria no es nada menos que ese hilo conductor que guía a la sociedad hacia un notorio, diverso, constante y renovable desarrollo, si, dialéctico; un desarrollo alejado años luz de la condicionada y pervertida verborrea política. Me refiero al arte y el intelecto no considerados necesariamente como una actividad elitista, sino, dirigidos o enfocados a la concienciación de las masas.

Lógicamente, la torpeza del cultismo político que no puede ni  podrá asimilar los verdaderos procesos de la cultura artística e intelectual -que se encuentran sujetos a inmensos procesos revolucionarios- no hace sino engendrar amorfos,  bárbaros,  mediocres y utilitarios snobismos culturales, que a pretexto de privilegiados  -por el auspicio municipal- llegan a la necedad de auto-titularse de “artísticos o  intelectuales para desmedro de la colectividad que genera los fondos económicos con los que se auspician.

Textos fatuos que hacen intrascendentes evocaciones sociopolíticas del pasado y que no aportan mayor riqueza cultural al presente –u otras “expresiones artísticas”- son apoyados con pomposa vehemencia publicitaria mientras que la obra del talento y el genio excepcional debe recorrer, en la mayoría de los casos, los difíciles trámites burocráticos para terminar irremediablemente traspapelados o archivados porque en sus párrafos peticionarios se encuentran ausentes la suplica, el adulo o la lisonja barata y vergonzosa –llamada diplomacia- a la que no se humilla la dignidad del verdadero genio creador.

Lo irónico del asunto es que las hipócritas voces de alarma de los dignatarios políticos de turno parecen desgarradoras cuando no logran interpretar el hecho de que, pese a sus supuestos esfuerzos sobrehumanos, los individuos tienden a orillarse hacia el oprobioso caudal de los usos incultos, inmorales y violentos, que generan caos y anarquía a la sociedad. La cultura del arte y el intelecto no puede evolucionar sin el apoyo institucional, pues, la mayoría de los artistas o intelectuales serios -lamentablemente- están sujetos a economías  críticas.

Yo he venido insistiendo por más de dos años, en forma verbal y escrita –con los documentos requeridos-, ante “el Alcalde de la cultura” de Huaquillas para ser beneficiado con el auspicio para la publicación de un libro de mi autoría; más, la indiferencia y el rechazo inmotivado del burgomaestre ha sepultado por completo mi esperanza y entusiasmo. Este es el SARCASMO CULTURAL al que se enfrenta el arte y el intelecto serio del libre pensamiento.